Entre los siglos X y XIII, coincidiendo con el proceso de estructuración territorial de los reinos cristianos del noroeste de la península ibérica, Asturias, León, Castilla y León, tiene lugar un interesante proceso de promoción de las ciudades del reino, manifestado de modo indiscutible en las sucesivas capitales, Oviedo y León. La manifestación de la búsqueda de prestigio se realiza a través de la recuperación de la memoria histórica de la ciudad imperial clásica, Roma, pero también de la capital bizantina Constantinopla, y del Toledo visigodo, interpretándose de modo particular sus arquitecturas monumentales religiosas y civiles más representativas.
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